En una olla con agua, poner los tomates y llevarlos a hervir durante un minuto. Luego pasarlos directamente bajo el grifo con agua bien fría y, de esta manera, se podrán pelar fácilmente para prescindir de la piel en esta sopa. Una vez pelados, trocearlos bien pequeñito. Hacemos lo mismo con la zanahoria: se pela y se corta en cuadraditos pequeños.
Por otro lado, poner al fuego una cazuela con una cucharada sopera de aceite de oliva virgen extra. Picar la media cebolla, trocear el ajo y el pimiento rojo y añadirlo todo a la cazuela. Rehogar durante unos minutos hasta que la cebolla y el ajo adquieran un tono dorado. Luego añadir los tomates y la zanahoria, todo pelado y cortado en trocitos. Remover los ingredientes un poco, echar la sal, una pizquita de pimienta negra, la mezcla de hierbas provenzales y la hoja de laurel. Remover bien unos segundos y ya se podrá añadir el agua: dos vasos, equivalentes a unos 600 ml. Se deja cocinar todo durante unos 20 minutos a fuego medio.
Pasado este tiempo, quitar la hoja de laurel de la cazuela, retirar del fuego y pasar por la batidora hasta que adquiera la consistencia deseada, más o menos líquida.
Emplatar y servir con unas ramitas de perejil como decoración. En España tenemos mucha tradición de comer las cremas y las sopas con pan. En este caso, aconsejamos una rebanada de pan de trigo sarraceno para acompañar la sopa o bien para mojarlo dentro.
Y si es verano, no renuncies a la versión más veraniega de esta sopa: un zumo de tomate fresquito.